Richard Thaler ha sido reciente galardonado con premio Nobel de Economía por su trabajo en el área de economía del comportamiento. Perfecto pero… ¿qué es la Economía del Comportamiento?
¿Una fusión entre economía y psicología?
La economía del comportamiento estudia como los factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan a las decisiones económicas de las personas. Las investigaciones de Richard H. Thaler, demuestran que, las decisiones de las personas no siempre obedecen a criterios racionales (no tratamos siempre de maximizar nuestra utilidad), sino que también entran en juego variables psicológicas que nos desvían de este comportamiento económico racional.
La teoría neoclásica, junto con los economistas más conservadores, asume (desde un punto de vista alejado de la realidad) que cuando las personas queremos decidir accedemos a toda la información, la procesamos y elegimos la mejor opción. Sin embargo, los recientes estudios en economía experimental y del comportamiento demuestran grandes diferencias entre la teoría y la práctica. La duda que surge a continuación es: ¿estamos rompiendo con la lógica tradicional?
Thaler considera que existen 3 factores que hasta ahora no se habían tenido en cuenta:
– La racionalidad limitada (las personas no pensamos todo lo que deberíamos)
– La percepción de la justicia (hacer justicia puede ser costoso)
– La falta de autocontrol (salvo los robots, todos estamos sometidos a los impulsos)
En sus trabajos, el nuevo Premio Nobel aplica ciertas Teorías que modelizan el comportamiento de las personas. Un ejemplo es la Teoría de la Contabilidad Mental que explica cómo la gente simplifica decisiones financieras de la siguiente manera: los individuos crean cuentas separadas en sus mentes y toman sus decisiones en base a cómo afectan a estas cuentas por separado, y no en el conjunto de sus finanzas. Otra teoría desarrollada por el economista es la del Efecto Propiedad que considera que mucha gente tiende a valorar más lo que posee y le asigna un precio mayor que si no lo tuviese en propiedad. Con ello reafirma que el sentimiento negativo de una pérdida es más fuerte que el positivo cuando se obtiene una ganancia exactamente igual.
Veamos un ejemplo de esto último: en uno de los experimentos de Thaler se llevaba a cabo dos encuestas distintas: en una de ella se preguntaba a los entrevistados cuánto pagarían por la cura de una enfermedad mortal que tienen una probabilidad del 0,001% de contraer; en la otra se les pedía que cifraran cuánto cobrarían por exponerse trabajando de cara a una enfermedad mortal con unas probabilidades estimadas de contraerla del 0,001%. En ambas cuestiones las probabilidades de sufrir la enfermedad son idénticas, sin embargo los encuestados preferían cobrar mucho más por el trabajo que lo que ofrecían pagar por la cura. Estas son el tipo de incongruencias que persigue el trabajo del premio Nobel.
Respecto al segundo punto, la investigación de Thaler ha abordado las preferencias sociales y cómo incide en las decisiones de las personas lo que consideramos justo o no. Su trabajo demuestra que las personas no tomamos decisiones únicamente mirando nuestro propio beneficio, sino que también estamos dispuestos a privarnos de un beneficio material, de un bien, con tal de mantener lo que consideramos como distribución justa; es decir: preferimos soportar un coste personal si así conseguimos castigar a otros que violan estas reglas básicas de lo que es socialmente aceptado. Pero además, no sólo respondemos cuando nos afecta directamente; también castigamos si vemos que se ha producido una injusticia a un tercero.
Por ejemplo: ¿cómo percibe la sociedad que un vendedor de paraguas infle mucho los precios en un día de lluvia? Puede que este vendedor sólo esté respondiendo a la ley de la oferta y la demanda, pero las personas del día a día observamos este hecho como un posible intento por parte del vendedor de aprovecharse de nosotros (injusticia), y muy probablemente el resultado final sea el boicot hacia su tienda.
Por último, Thaler también ha descrito las tensiones entre lo que planeamos y lo que hacemos, y cómo nuestro bienestar a largo plazo puede verse influido por la falta de paciencia y las tentaciones del corto plazo: nos dejamos llevar por el exceso de optimismo, la pereza, el desconocimiento… algo que podemos observar a la hora de fumar, comer determinados alimentos o incluso ahorrar para la jubilación.
Thaler asume que nadie es perfecto y que en ocasiones las personas necesitamos que nos den un pequeño empujón que nos facilite la toma de mejores decisiones, pero siempre manteniendo su libertad de elección. Estos empujones son los llamados nudges.
Los nudges son intervenciones que preservan la libertad de elección de los individuos, pero que planteados estratégicamente pueden afectar al comportamiento de estos últimos. Se trata de medidas sencillas que ni obligan ni prohíben nada.
La mayoría de las veces el entorno en el que tomamos decisiones es un entorno complejo y repleto de incertidumbre, y estos pequeños cambios en nuestro entorno, la forma o el orden pueden dar lugar a grandes transformaciones.
Investigaciones recientes indican que los nudges gozan de bastante apoyo en Europa, independientemente de nuestra ideología. En España, por ejemplo, tenemos un nudge muy potente que salva vidas a diario: la ley establece por defecto que todos somos donantes de órganos, a no ser que digamos lo contrario explícitamente, o que los familiares más cercanos se opongan. Esta es parte de la razón por la que nuestro país es líder mundial en donaciones y trasplantes.
A modo de conclusión, debemos observar el mundo que nos rodea y completar el modelo con la datos de reacciones humanas reales: la teoría económica neoclásica tiene que abrir los ojos y darse cuenta de que la economía tradicional se centra en la existencia de una “criatura mitológica”, cuando el mundo real lo habitan personas que no siempre tomamos las mejores decisiones ni las más racionales… somos simplemente humanos.
Bromeando con esta cuestión, Thaler declaró tras ser distinguido con el Premio Nobel de Economía que gastará la dotación del premio “tan irracionalmente como sea posible”.
Thaler, Adam Smith y la magia de los mercados
Thaler no estaba satisfecho rompiendo con lo anterior y decidió atacar el (falso) movimiento de la mano invisible de Adam Smith; cuando las cosas no salen como se espera, ¿realmente creemos que los mercados van a corregir la situación como por arte de magia, como imponiendo la sabiduría que nos falta a los humanos? No hay una fórmula secreta que convierta a los Homer Simpson irracionales e impulsivos en versiones calculadoras y listísimas del Dr. Spock.
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